John Kenneth Gibson
El Buen Pastor, Durham NC
19 de julio 2015
Leccionario Año B, Propio 11, 2 Samuel 7:1-14ª
Cuando estaba
estudiante en la escuela de posgrado tenía una novia. Ella era guapa, inteligente y amable. Era una estudiante en un programa de doctorado. También manejaba un buen coche y tenía su
propio departamento. ¡Chévere a un
chico! En el día que planeaba de pedir
que se case conmigo, ella rompió nuestra relación. Me sentía asolado. No podía dormir. Era como si alguien arrancó mi corazón. Trate de repararnos. Al tiempo escuche que si quiere algo, era
necesario visualizarlo. Por eso,
visualicé nuestra vida junta en una buena casa.
La casa no era tan fina o grande pero sería nuestro hogar. Nosotros reunimos dos veces solamente para
rompernos cada vez. A pesar de mis visualizaciones
y mis oraciones, me rechazó. Era una
machina de picar carne de mis emociones.
Mi sueño parecía destruido.
A
un momento u otro todos caminan el bulevar de los sueños rotos, como lo llama
el poeta Joaquín Sabina, los sueños rotos de amor, de familia, de carrera, de
trabajo o cualquiera. Sin embargo, nuestra
fe nos muestra que en dios un sueño roto puede hacerse una realidad mucha mejor
que podemos imaginar.
En
la primera lectura, David quería construir un templo para Dios. Había instalado como el rey y vivía en un
palacio mientras el arca de dios tenía una carpa. Sin embargo, Dios lo rechazo diciendo, “yo
estableceré a uno de tus descendientes y lo confirmaré en el reino. Él me construirá un templo, y yo afirmaré su
reino para siempre. Yo le seré un padre,
y él me será un hijo.” Después de la muerte
de David, su hijo Solomon construyó el templo de dios. Su templo estaba parado por cuatro siglos
hasta 588 a.C. cuando los babilónicos conquistaron a Jerusalén, lo destruyeron
y sacó la gente a babilonia en exilio.
Cuando los judíos regresaron en 515 a.C., reconstruyeron el templo,
llamado el segundo templo. Jesús lo
visitó durante su vida. Él dijo del
templo, “Yo voy a destruir este templo que hicieron los hombres, y en tres días
levantaré otro no hecho por los hombres” (Marcos 14:58). El segundo templo se quemó por los romanos en
70 d.C.
Ultimadamente,
la palabra de dios no se cumplió con el templo de Solomon o el segundo templo
pero con Jesús, el hijo de Dios, y su templo eterno, el cuerpo del Cristo. San Pedro dice en su primera carta, “Dios
hará de ustedes, como de piedras vivas, un templo espiritual” (1 Pedro
2:5). El profesor de la biblia Ralph
Klein dice en un comentario de la primera lectura de hoy, “El nuevo testamento
y nosotros cristianos modernos proclaman Jesús como el cumplimiento de la
esperanza mesiánica. Pero el
cumplimiento de las promesas de Dios a menudo es mejor que las promesas propias
originales”.[1]
Recuerde la
lectura 1 Samuel 4, que escuchamos 8 de junio, cuando los ancianos hebreos pidieron
a Samuel nombrar el primer rey. Dios
respondió que los reyes abusarán su poder pero el pueblo insistió. Como nuestro Señor predicó, la historia de
los reyes de Judea e Israel era una de avaricia, matanza e idolatría. Pero, finalmente, recibimos un rey justo y
eterno en Jesucristo. El Cristo fundó su
templo en la cruz por su cuerpo y su sangre y lo construyó en sus feligreses.
Hoy en día el
templo de dios existe en el mundo entero.
Su templo está aquí en el edificio del Buen Pastor pero asimismo en
nosotros que creemos en Jesús. Como
profesor Klein dijo, el cumplimiento de la promesa divina a David es mejor que
podía ser imaginado a su tiempo.
Yo
creo que lo hemos experimentado en nuestras vidas. En 1996, conocí mi mujer en la iglesia de San
Pablo. Aunque no lo sabía al tiempo,
encontré mi compañera de la vida, como dice Génesis. Nos casamos 2 agosto de 2002, hace 13 años. Nosotros vivimos juntos en una casa que no es
tan grande o fina pero es buena y es nuestro hogar. Quizás sea sentimental decir, pero ella es mi
alma gemela. No podía imaginarla cuando
salí con la otra mujer.
Ahora
es un tiempo de transición en la vida del Buen Pastor. Un tiempo de transición es una oportunidad
tiempo para soñar. ¿Qué es su sueño por
su iglesia? Dos sueños son obvios para
mí. Ustedes quieren un mejor edificio y
lo mejoran. Hay un nuevo muro pequeño
alrededor el barco, un nuevo techo, mejores baños y un templo limpiado. También, ustedes quieren un nuevo
sacerdote. Otra vez trabajan para lograr
su meta. Sus líderes han hablado con la
diócesis y han entrevistado los candidatos.
Aun así, ¿qué es su sueño?
Ustedes me preguntarían, ¿no es suficiente? Claro es mucho trabajo renovar el templo y
encontrar otro padre. Pero, ellos son
plazo corto. ¿Qué es su gran
visión? O ¿quisieran realizar por Dios?
Podemos
preguntarnos la misma pregunta. ¿Qué
quisiera hacer por Dios? El rey David
quería construir un templo. El Señor lo
rechazó, pero hizo algo más que alguien podía creer posible. Piense en la diferencia que la fe cristiana ha
hecho en el mundo. Es la verdad que han
sido personas que han abusado la fe pero la cristiandad ha hecho mucho más
positivo que negativo en las vidas de los creyentes y en el mundo.
¿Qué
quisiera hacer por Dios? Cada persona
tiene un propuesto importante en el plan de Dios. Cada persona tiene dones de Dios. Imagine si cada persona aquí los usaría en
servicio de Dios. Piense si todos
ofrezcan hacer algo por Dios. El rey
David ofreció construir un templo y Dios tomó su deseo y dio su hijo propio ser
el rey para regir para siempre sentado en un templo qué no tiene límites. El arzobispo Desmond Tuto dice, "Por sí
mismo, Dios no lo hará. Por nosotros mismos, no podemos. Pero junto con Dios,
podemos". Cuando ofrecemos realizar
algo por Dios, Dios puede efectuar cosas increíbles. Imagine la diferencia en el mundo si lo
hacemos.
Esta
semana tome tiempo para considerar que puede lograr por Dios. Ofrezca hacer cualquiera quisiera. Ore que Dios lo cumplirá. Nadie sabe cómo o cuando el Señor lo haya,
pero sabemos que hará algo increíble cuando damos nuestros deseos a Dios.
[1] “The New Testament and we
contemporary Christians proclaim Jesus as the fulfillment of the messianic
hope. But the fulfillments of God’s promises are often better than the original
promises themselves.” Ralph W. Klein, “Commentary
on 2 Samuel 7:1-14a”, Working Preacher, July 19, 2015, https://www.workingpreacher.org/preaching.aspx?commentary_id=2528.