Wednesday, August 12, 2015

Dios trabaja por la mezcla de nuestras vidas



John Kenneth Gibson
El Buen Pastor, Durham NC
1 de agosto 2015
Leccionario Año B Propio 13, 2 Samuel 11:26-12:13ª

Hace dos semanas, mi esposa y yo vimos la película de 2008 nombrada El niño con el piyama de rayas.  Nos encantó.  Tal vez ustedes la han visto.  Mi maestra de español que vive en Playa del Carmen, México, la vio en el cine.

El filme es un cuento del hijo del comandante de un campamento de concentración durante la segunda guerra mundial.  El hijo de nombre Bruno tiene ocho años.  Él ve una experiencia horrible con ojos inocentes.  Bruno, que no tiene amigos porque su familia se ha mudado recientemente allí, se hace amigo de Shmuel que también tiene ocho años pero es un judío y prisionero en el campamento.   Bruno cree que el campamento de la muerte es una finca donde los residentes llevan piyama de rayas.

El padre de Bruno es Ralf, un teniente coronel, en Las Armas SS.  Él quisiera servir a su país.  Cree en la causa de los Nazis.  Ralf ama a sus padres, a su mujer y a sus niños.  No es completamente malo aunque comete actos monstruosos.  Él es una mezcla de malo y bueno.

Bruno es lo mismo.  A un punto en el filme, traiciona a su amigo Shmuel, cuando un teniente lo acusa de ser su amigo.  Tarde se arrepiente de su traición y pide perdón a Shmuel.  Para reparar el daño, Bruno en secreto entra al campamento para ayudar a su amigo a encontrar a su padre perdido.

Me gusta la película debido al carácter mezclado de los personajes de Ralf y Bruno.   Normalmente, en los filmes americanos y en las telenovelas españolas, los personajes son buenos o malos.  El antagonista es el villano y el protagonista es el héroe.   Frecuentemente, vemos al mundo de la misma manera.

A menudo pensamos que otras personas son o malas o buenas y que nosotros somos lo mismo.  Yo tengo esa tendencia.  Después de que he cometido un pecado o simplemente he tomado una mala decisión, pienso que soy malo y peor que otros hombres.

¿Tiene usted una experiencia similar en su vida?  Un momento cuando usted cometió un pecado o tomó una mala decisión, y se sentía malo y peor a otras personas.  O simplemente debido a su estatus o condición en la vida que está en contra de las normas sociales.  Quizás usted es indocumentado y piensa que en alguna manera es inferior a los ciudadanos americanos.  O está divorciado o soltero, y por eso inferior a la gente casada.  O no tiene ningún hijo como yo.  O tiene demasiado peso, o tiene piel oscura, o habla inglés con acento español. O es americano como yo hablando español con acento americano a los oídos de los hispanos.

La primera lectura hoy nos muestra que todos somos una mezcla de malo y bueno.  Todos somos humanos imperfectos.  Nosotros no somos ni santos puros ni condenados puros.  A pesar de todo, Dios está trabajando en nosotros y por nosotros.

Recuerda el contexto de la primera lectura que escuchamos el sábado pasado.  El rey David violó a la mujer Betsabé, trató de esconder su delito, y finalmente asesinó a Urías, el marido de Betsabé y leal soldado de David.  Natán dijo un cuento para engañar al rey.  En el mundo antiguo, un rey tenía poder absoluto y podía asesinar a alguien por cualquier razón.  El rey Herodes Antipas ordenó a sus soldados cortar la cabeza de Juan el Bautista simplemente porque Herodías la quería (Mateo 14:3-11).   No había ningún mecanismo formal de equilibrio de poderes como en el gobierno de los Estados Unidos.  Los profetas de Israel funcionaban como una restricción, pero tenían que tener cuidado.  La reina Jezabel mató a los profetas porque protestaron contra su adoración de los ídolos (1 Reyes 18:4).  David en contraste se arrepintió después del enfrentamiento con Natán.

El académico bíblico Ted Smith dice en su comentario de esta lectura que los pecados de David habían sido reducidos al mínimo en la historia de nuestra fe para proteger su imagen como escritor de los salmos, rey ungido, querido de Dios, la esperanza de Israel y definiendo antepasado de Jesús.[1]  Las crónicas, dos libros en el antiguo testamento, escrito después de Samuel, omiten la historia de la violación y el asesinato de David por completo.  La película de 1951 David y Betsabé vuelve a contar los pecados de David como una historia de gran amor.  El más popular hoy en día es que Betsabé sedujo a David y entonces tuvo la culpa.  Esas explicaciones, sin embargo, son mentiras.   David era un gran hombre, querido de Dios y un pecador.  No era ni santo puro ni condenado puro.

En el siglo veinte, La Madre Teresa era un gran ejemplo de la fe.  Trabajaba duro en los barrios pobres de Calcuta.  Cuidaba para los paupérrimos que estaban muriendo.  Todo el mundo admiraba su fe.  Pero después de su muerte, aprendimos que por cincuenta años ella no sentía ninguna presencia de Dios y luchaba contra una gran duda en su fe.[2]  La Madre Teresa quería que sus diarios y cartas fueran  destruidos porque creía que distraerían a la gente de Jesús.   A pesar de sus dudas y la falta de un sentido de la presencia de Dios, el Señor trabajaba en ella y por ella.

Dios puede trabajar en nosotros y por nosotros a pesar de nuestras imperfecciones también.  Esta semana recuerden que, a pesar de sus defectos, a pesar de sus diferencias de las normas sociales, y aún, como el rey David, a pesar de sus pecados, Dios puede trabajar en usted y por usted.  Nosotros no venimos al altar de Dios porque somos perfectos.  Venimos porque somos imperfectos.  Venimos aquí porque necesitamos la gracia de Dios para reconciliarnos con Dios y con nuestro prójimo.

Nosotros estamos bien con Dios no por nuestros méritos pero por el sacrificio de Cristo por nosotros y por el resto del mundo.  La carta a los efesios dice, “Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios” (2:8).  Aunque somos imperfectos, la gracia de Dios está trabajando para perfeccionarnos, para hacernos por completo a la imagen de Jesucristo, y para proclamar las buenas noticias de Jesucristo al mundo.


[1] Ted A. Smith, “Commentary on 2 Samuel 11:26-12:13a,” Working Preacher, 2 de Agosto 2009, https://www.workingpreacher.org/preaching.aspx?commentary_id=355.
[2] “La Madre Teresa de Calcuta puso en duda su fe en Dios,” Internacionales, DIARIODECUYO.com.ar, 9 de mayo 2007, http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=239750.  

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